•  

07 de Abril de 2020

Mi historia de conexión con el bebé de otra mujer

La llamada de nuestros hijos a vivir desde el corazón

Duelo gestacional. Bebé rodeado de amor. Corazones. Superar duelo perinatal. Superar duelo gestacional. Superar un aborto.

En estos días tan extraños que estamos pasando confinados en nuestros hogares se hace más evidente que nunca que la única forma de seguir adelante es con unidad, generosidad y valorando las cosas que realmente tienen importancia. La conexión con el bebé, hecho que comprobé en mis tres embarazos, esta vez ha ido más allá, lo que me demuestra claramente que formamos parte de algo muy grande y nadie es independiente de eso. No somos seres aislados unos de otros aunque así actuábamos (sí, prefiero hablar en pasado porque no quiero un futuro igual a él). Ni las acciones de unos dejan de repercutir en otros. Estamos conectados a todos los niveles: entre individuos, poblaciones, países… con la naturaleza, el planeta, el cosmos. Nada queda al azar. Nuestros niños y niñas ahora nacen más conscientes que nunca y tenemos mucho que aprender de ellos; considero esto que está ocurriendo como una llamada a empezar a vivir desde el corazón y no desde el ego.

Iba a esperar a publicar esta entrada cuando todo esto pasara, pero espero que no sea una vuelta a la normalidad que conocemos sino a la normalidad que quizá nunca debimos perder: la de sentirnos UNO, parte de un TODO. Por eso he cambiado de idea y creo que ahora es el mejor momento para contarte esto. De nuevo, una historia de conexión, de esas que de cuando en cuando hago públicas con la intención de mostrar (solo a quien quiera verlo) esos hilos invisibles que nos unen aún estando a cientos de kilómetros de distancia, como aquella vez en la que conté cómo conocí a Cristina Romero Miralles, autora de libros para el alma infantil y que terminó siendo la autora del prólogo de mi libro. O la increíble conexión con Mónica Carrasco, de Las huellas de Chloe. Te animo a leerlas luego. Primero, quiero mostrarte lo que pasó hace alrededor de un año…

Comencé a escribir sobre duelo gestacional y perinatal tras publicar mi libro Conexiones de amor en 2013 en una plataforma distinta a la actual (Amazon) cuando aún no se hablaba apenas del tema. Afortunadamente cada vez son más las mujeres que cuentan públicamente sus historias. Una de esas mujeres fue clave en esto que voy a contarte.

Una tarde de fin de semana, en 2018 si no recuerdo mal, zapeando en busca de alguna película, escuché a una chica hablar de duelo perinatal y me apeteció ver la entrevista. Ella era la periodista Virginia del Río. Poco después, una de mis seguidoras de Facebook me invitó a entrar en un grupo de madres cuyos bebés fallecieron durante la gestación, el nacimiento, o a los pocos días. Dudé si aceptar la invitación porque llega un momento en que una tiene tantos grupos, wasaps y demás, que parece imposible atender todo. Pero acepté porque pensé que, igual que en otras ocasiones en que una invitación que parecía irrelevante al final me aportó mucho o me hizo conocer gente linda, quizá en esta ocasión ocurriera lo mismo. Resultó ser un grupo creado por Virginia llamado Mamás estrella. Allí fui coincidiendo con muchas mujeres al comentar las publicaciones; fue así como conocí a la psicóloga Eirene García, de Jerez de la Frontera, y fundadora (junto a la matrona que atendió su parto y otra ya jubilada) de Matrioskas: asociación andaluza de apoyo al duelo gestacional, perinatal y neonatal. Nunca nos habíamos escrito directamente, hasta que me envió un mensaje. Ya no recuerdo de qué hablamos exactamente, pero desde entonces estamos en contacto. Además de llevar su propia consulta (@psico_eire en Instagram) era también una madre en duelo por su pequeña Inés, fallecida en la semana 38 de gestación cuando tan cerca estaba de tenerla en sus brazos.

Soy de esas personas que sueñan a menudo por las noches. Y son muchas las veces que recuerdo esos sueños. Algunos en especial, los siento muy reales. Desde hace algunos años, tengo sueños que se cumplen, hechos que después ocurren días o meses después (si has leído mi libro ya sabes de qué hablo). Y un buen día, poco después de conocer a Eire, desperté con una preciosa sensación. O mejor dicho, con una certeza.

Horas después, estaba en el gimnasio sobre la cinta, con las piernas ocupadas y la cabeza libre; no dejaba de pensar en ello y me vino la idea de contar a Eire mi sueño. Dudé, porque no es fácil hablar de lo invisible y menos aún, dar esperanzas a una mujer que ha visto morir a su hija. Pero tuve la intuición de que lo vivido por mí de forma onírica era un mensaje para ella. Los mensajes de los sueños son muy importantes a pesar de que solemos ignorarlos.

Cogí mi móvil y le escribí: “Esta noche he soñado contigo. Estaba en una playa, había mucha gente y entre la multitud, te vi. Me acerqué para hablar contigo y estabas muy feliz con una preciosa niña de varios meses en brazos. Era de tez morena, pelito oscuro recogido en una mini coleta, muy tranquila, serena… Parecía un alma sabia”. Su wasap al responder me impactó: estaba embarazada de muy poco pero aún no lo había contado. Imaginad mi sorpresa a pesar de que me hayan ocurrido otras muchas historias de conexión. Seguimos hablando de su embarazo unos minutos más y noté que ella sentía miedo, como suele ser normal cuando la madre vive el duelo por el bebé anterior. Hablaba con mucha prudencia.

 

"Nena, estoy embarazada
de nueve semanas. Me has
dejado loca. Ojalá tu sueño y mi
deseo se cumplan"
- Eire García -

 

Tiempo después, me llegó un wasap que hubiera deseado no recibir. En su semana trece de gestación, Eire me contaba que había ingresado en el hospital y los médicos le habían dicho que estaba abortando. Yo sabía que eso no podía ser. Había visto a su hija en sus brazos, me había llegado su mensaje, ella iba a nacer sana. Le dije que lo sentía, pero que tenía que ser un error. Y no estaba cómoda diciéndole eso, porque si yo no tenía razón, le estaría dando falsas esperanzas, tenía que ser delicada. Pero hice caso a mi corazón. Esperé. Seguí esperando...

 

"Me sentí muy apenada,
aunque tenía esperanza porque
mi bebé estaba vivo y conforme
pasaba el tiempo, la sintomatología
no era de un aborto en curso"
- Eire García -

 

No sé si fue ese mismo día o alguno después que recibí el siguiente mensaje. Me dijo que los médicos se habían equivocado y habían confundido el diagnóstico: tenía un pólipo. Ya en casa, volvió a escribirme de nuevo. Le habían mandado reposo y a pesar de que parecía que todo iba a mejor, yo seguía notando mucha prudencia en sus mensajes. Creo que Eire aún no estaba segura de si llegaría a tener a Vera en sus brazos. Yo sí. “Es injusto que la certeza no se contagie”, pensé.

El siguiente wasap fue motivo de alegría. Me decía que ya le habían hecho la ecografía para saber el sexo del bebé y... ¡Era una niña! No me pilló por sorpresa, pero me emocionó mucho. Sabía que era una niña. Y muy especial...

Pasó el tiempo y Vera llegó al mundo el pasado diciembre. Ese día me sentí feliz por Eire, que había cumplido su sueño de dar una hermana a su hijo. Él también había sufrido por la muerte de Inés, porque los hermanos, por pequeños que sean también pasan su duelo. Me hacía feliz ser consciente de que una pequeña niña de alma grande me había elegido para presentarse ante mí, no sé si con el fin de que apoyara a su madre durante un embarazo que no iba a ser nada fácil o por algún otro motivo que nunca conoceré.

 

"Ya estás aquí.
Hola cariño, hola tesoro"
- Eire García -

 

Hace poco cuando Eire me envió unas fotos de sus hijos, le dije que me encantó haber conocido a su hija (antes que ella, en realidad y por extraño que suene). Incluso ahora que Vera ya tiene unos meses, empiezo a notar cierto parecido con la niña que vi en mis sueños: misma nariz, labios y hasta la forma de su carita. Veremos cuando crezca un poco más (los lectores de mi libro saben que mi hijo protagonizó un hecho muy parecido).

Ahora decimos que soy su madrina del alma. Así me siento respecto a Vera, una niña a la que ni siquiera sé si algún día conoceré en persona. Es extraño y bonito al mismo tiempo. Y como madrina, pensé en hacerle un regalo. Pero no algo comprado, sino algo muy personal. y esta idea se transformó en otra: mejor un regalo para toda la familia. Conecté con Vera gracias a su hermana Inés, que fue el nexo de unión entre Eire y yo. Así que decidí pintar esta “Acuarela de Sanación” para que la tuvieran en su hogar como recuerdo de Inés. La he representado tal y como la imaginé al pensar en ella: conectada al amor de su familia, unida a su hermana, su hermano, su madre y su padre. Cada corazón es el amor que siente por cada uno de ellos y les hace llegar de forma que solo quien ha vivido la muerte de un ser querido, sabe entender. Espero de verdad, Eire, que este sea un recuerdo más que os haga sentir cerca a vuestra pequeña estrella.

Superar duelo perinatal. Duelo gestacional. Bebé estrella

GRACIAS Virginia por aparecer y hablar.
GRACIAS Eire por aquel primer mensaje y los que nos quedan.
GRACIAS Vera por elegirme; intuyo que serás una gran mujer... ¡Palabra de madrina!


Mónica - Lluvia de Love (autora del libro Conexiones de amor).

Si te gustó esta entrada, comparte en tus redes sociales

Comentarios