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16 de Septiembre de 2015

Conversando con una profesional: Noelia Sánchez, madre en el cielo y en la tierra

Cuando la muerte te hace alumna y después maestra

En esta segunda entrevista quiero mostrar la gran sensibilidad de muchos profesionales que trabajan alrededor de la maternidad. Noelia fue una de las muchas personas con las que me fui encontrando cuando promocionaba mi libro Conexiones de amor y desde entonces nos seguimos por la red.

Como sabes, ilustro la maternidad, la vida, el amor... pero también en mi trabajo hay ilustraciones dedicadas al duelo, porque forma parte de esa vida igualmente y me sale del corazón mostrarlas.

Antes de presentarte a Noelia, quiero contarte la historia de María, una mujer de casi 90 años. Porque a pesar de su avanzada edad, su situación actual ilustra muy bien la importancia de tratar todo lo relacionado con la maternidad, desde la humanidad, el respeto y la sensibilidad.

María es una señora a la que tengo la oportunidad de ver sólo una o dos veces al año, pero que conozco de toda la vida. Es viuda desde hace poco y vive en una residencia de ancianos. En sus tiempos, era una mujer guapísima y muy solicitada y fue entonces cuando conoció al hombre de su vida, como ella llama a su marido. Tuvieron tres hijos.

A pesar de sus 89 años, tiene un cutis precioso y un brillo en los ojos poco habitual a esa edad. Sin embargo, sus últimos días están siendo bastantes tristes a causa de la soledad y de no poder vivir en la que fue su casa durante muchos años.

En una de mis visitas, sacó a relucir un tema que yo desconocía. María, tuvo otro hijo más, un bebé que vivió sólo unas horas. Dió a luz estando sola en su casa y según ella, su hijo comenzó a respirar con dificultad. La comadrona, para hacerlo reacionar, lo sacudió demasiadas veces y con más fuerza de la necesaria. Su bebé murió.

Tras tantos años en los que jamás la había oído contar esta historia, ni a ella, ni a sus familiares (quizá nunca lo supieron), me impresionó cómo ese recuerdo aún vuelve a ella y la hace llorar.

Siempre he tenido muy claro lo importante de atender un parto con humanidad, respeto y dignidad. Pero cuando una señora a punto de cumplir 90 años te hace saber de una historia así con los ojos llorosos, es cuando realmente entiendes lo importante que es tratar debidamente el embarazo, el parto, el posparto, la lactancia y todo lo que rodea al universo maternal, incluido el duelo, cuando éste ocurre.

Noelia Sánchez es una de esas personas que habría hecho mucho por María y su bebé en un momento así; al final de la entrevista, la misma Noelia comenta cómo hay muchas "Marías" por el mundo.

Diplomada en Trabajo Social, está formada en Duelo Gestacional por la conocida psicóloga Mónica Álvarez. También se formó como doula (mujer que acompaña a otra, tanto física como emocionalmente durante su proceso maternal). En la página de Facebook de Noelia Cor a Cor puedes encontrar más información al respecto.

Ella es madre en cielo y tierra, como nos contará a continuación y sus vivencias personales han aportado mucho a su vida laboral: eso la hace ser la profesional que hoy en día es.

Me ha impactado especialmente la historia de su hija Cora, a la vez que me he sentido identifiacada, pero mejor nos lo cuenta ella misma...

LDL. Aprovecho que las doulas sois quienes estáis más cerca de las emociones de las madres en el embarazo, para preguntarte,  ¿crees que aún queda mucho para que reconozcamos que, tanto el bebé como su madre, pueden necesitar algo más que cuidados físicos?  ¿Crees que su mundo emocional está descuidado? Quizá deberíamos compartir vivencias más profundas, conexiones que mucha gente nunca ha vivido, sueños que adelantan acontecimientos…

Noelia. Para mí está muy claro que no solo necesitamos cuidados físícos. Siento que cada vez se tiene más en cuenta la vida emocional de los bebés... pero no sé si eso es así porque la conciencia general evoluciona o soy yo que ahora me fijo y estoy más en contacto con familias conscientes de la importancia que supone para las personas cuidar todo el ser.

Creo que es tarea personal de cada uno el descubrir su mundo de emociones. Yo misma, hace unos años no tenía ni la más remota idea de la importancia que tiene la propia gestación en el desarrollo de la vida posterior extrauterina. A medida que lo voy descubriendo me ha sido más fácil entender muchos aspectos de mi parte emocional y comportamental. Y por supuesto no lo sé todo, pero ahí está el reto, en poder seguir explorando nuevas ideas e hipótesis y nutrirme de los descubrimientos. Y aunque, a la mayoría de nosotros, no nos enseñaron a desarrollar ni cuidar nuestro emocionario, por suerte a día de hoy disponemos de mucha información sobre educación emocional a nuestro abasto.

En mi primera gestación no conocía nada del mundo emocional de los bebés intrauterinos. Fue después cuando la vida me fue llevando a grandes descubrimientos. Mi segundo embarazo lo viví con plena consciencia de que mi pequeño tenía una capacidad emocional igual o más grande que la de cualquier adulto. Este hecho me permitió tener en cuenta muchos aspectos durante la gestación, que de otra manera no hubiera ni considerado, con el fin de poder garantizarle unos cuidados plenos. Le hablaba y le explicaba todo. Y al nacer los seguí haciendo y continúo ahora que tiene 3 años.

Me ha demostrado que para él es muy importante saber qué pasa y por qué pasa. Así como lo es también que yo tenga en cuenta qué siente y por qué lo siente. He leído mucho sobre el tema y me apasiona.

LDL. ¿Alguna mujer se ha sincerado contigo y te ha contado sus experiencias de comunicación con su bebé?  Me refiero a esas, que muchas madres nunca contarían a nadie...

Noelia. Mi experiencia me dice que todas las mamás sienten en cierta manera esas conexiones con su bebé que aún no ha nacido o ni siquiera ha llegado aún a su interior. Y en más de una ocasión me las han contado, pero la mayoría de ellas lo explica de manera anecdótica. Sin creer en que esa "señal" o esa comunicación proviene realmente de su bebé.

Alguna mamá en concreto sí que ha sido consiente de estas conexiones reales y me las ha contado como tales, pero por lo general, ha quedado, para ella, como una simple anécdota o "casualiad".

LDL. Seguro que a nuestros lectores les gustaría conocer alguna historia real de madres que hayan sentido como yo, el abrazo de su bebé antes de nacer, una caricia en la mejilla o un sueño que anuncie algo.  ¿Te ha ocurrido a ti o a alguna de las mujeres con las que trabajas?

Noelia. Prefiero hablar de mi experiencia y no desvelar historias que las mamás me han confiado.

Explicaré algo que para mí es un recuerdo muy especial y que saben muy pocas personas.

Mi hija se llamaba Cora. Su nombre siempre me sugiere Cora-zón. De hecho, desde que murió, los corazones son para mí muy especiales. Simbolizan el amor en sí y a mi nena.

El primer día del padre que vivimos en nuestro duelo (hacía menos de 2 meses de su muerte) decidí hacerle a mi pareja un pequeño álbum con las pocas fotografías que teníamos del tiempo compartido con Cora.

Busqué en el trastero la caja donde decidimos guardar su ropita. Saqué todo lo que teníamos preparado para ella y lo fotografié. Recuperé las pocas imágenes de mi barriga, las ecografías, los detalles que nos habían regalado...

Con todas las fotos empecé a montar el álbum (en formato digital, que luego imprimiría) y lo acompañé de un texto que aunque lo tecleé yo en el ordenador, siento que Cora, de alguna manera, me lo dictaba para su papá, ya que aquellas palabras salían solas y sin pensar.

Cuando ella murió, a los pocos días, recogimos la mayoría de sus cosas. Sentimos que debíamos hacerlo porque ya no usaría nada de todo lo que con tanto amor preparamos.

En el armario, teníamos enganchadas unas letras de madera muy bonitas con su nombre.

Quisimos guardarlas también, pero no pudimos despegarlas, y no quise forzarlas porque temía que se rompieran... así que las dejé. Eran preciosas, y tampoco me sentía bien eliminando todo lo que tuviera que ver explícitamente con ella.

"Si de pequeña me
preguntabas qué quería ser, por
dentro contestaba: "madre", pero
como sé que me preguntaban por una
profesión, decía que profesora"

 

Así que casi todo fue guardado en el trastero en una caja grande; las cosas más especiales se quedaron en una caja de corazones preciosa que la tenemos en el armario, y las letras quedaron enganchadas y también un pequeño peluche que hacía música que siempre me ponía en la barriga para que lo oyera. Ese muñeco acompañó más lágrimas que nadie tras su muerte.

Volviendo al álbum que le hacía a mi pareja para el día del padre; después de escribir esas letras y colocar todas las fotos, en la última imagen, dibujé varios corazones y la frase que terminó el texto fue "sempre en el nostre cor" ("siempre en nuestro corazón").

Acabé de escribir la frase. Y empecé a dibujar corazones mientras mis lágrimas cada vez abundaban más y escuché un ruido en la habitación. Algo se había caído.

Donde vivíamos entonces era un piso muy pequeñito y fui a ver.

Entré en la habitación y todo estaba en orden. No veía nada. Pero el ruido había sido contundente, así que insistí en averiguar qué podía haber sido lo que se había caído.

Cuando iba a desistir de mi búsqueda me di cuenta de que la A de las letras de madera donde ponía CORA había caído y había quedado escrito COR (Corazón en catalán).

Mis piernas empezaron a temblar y me fui dejando caer en el suelo, llorando con una mezcla de dolor y profundo amor al mismo tiempo, y sentí que mi pequeña estaba allí conmigo, regalándome su ternura pese a esa distancia eterna que la muerte nos impuso.

Lo viví como algo tan fuerte que realmente dudo que con estas palabras pueda transmitir lo que sentí en aquel instante. Para mí fue un claro momento de que mi nena estaba conmigo y con mi dolor. Lo recordaré siempre.

LDL. ¿Han llegado algunas madres a contarte sueños u otras experiencias en las que sus hijos contactaban con ellas para tranquilizarlas o avisarles de hechos que después sucedieron realmente?

Noelia. En mi caso, como suelo tratar con mamás que han perdido a sus bebés, las historias que me cuentan suelen ser "mensajes" de alerta. Ellas los describen como "sensaciones" que no tienen explicación racional, pero que las ha hecho no estar tranquilas.

Muchas mamás coinciden en que sabían que ese embarazo no iba bien, pese a que todas las pruebas médicas indicaran lo contrario.

O cuentan que han soñado que su bebé se ahogaba o que fallecía directamente pero el embarazo transcurría con normalidad y ese sueño caía en el olvido y finalmente al morir el bebé, recordaban el sueño.

Personalmente recuerdo tener la sensación, durante las últimas semanas de mi primer embarazo, que mi hija nacería antes. Era una cosa que sabía, no sé explicarlo bien bien ni argumentar el porqué lo sentía. No era algo que me inquietara especialmente, pero sentía que sucedería aunque no alcanzaba a imaginar lo que finalmente acontecería. Cora nacería sin vida dos meses antes de mi fecha probable de parto.

También recuerdo algún sueño, antes de embarazarme de nuevo, en el que me veía con mi hijo gordito y muy sonriente en brazos. Tiempo más tarde, ese bebé se hizo realidad. Fue un bebé niño muy redondito y muy alegre.

LDL. ¿Crees que a los profesionales como ginecólogos, matronas, enfermeras, etc. deberían tener un contacto más cercano con la mujer embarazada? 

Noelia. Rotundamente sí. Entiendo que es imposible (y seguramente contraproducente y poco profesional) implicarse emocionalmente en cada caso, pero debería ser obligatorio disponer de un grado de empatía del 300%. Son muchas las mujeres que confían la parte médica de su embarazo a estos profesionales pero no la parte emocional y no se atreven a explicar con sinceridad sus miedos o dudas de manera clara por miedo al qué pensará el médico. Creo sinceramente que es muy necesario que nos sintamos con la licencia de confiar emocionalmente también. Debería ser algo que fuera unido.

Me sorprende oír, en abundantes ocasiones, como magnificamos a los profesionales que nos tratan de manera amable y respetuosa, y a la vez disculpamos a los que hacen de mala gana su trabajo. Recibir un trato agradable y con una sonrisa sincera debería ser algo obligatorio para todo aquel que ejerce profesiones de trato personal.

Me indignan mucho los profesionales (en general, pero sobretodo los sanitarios) que te tratan mal. Y con tratar mal me refiero a cosas a las que estamos acostumbradísimos como no mirar a la cara cuando les explicas algo que para ti es importante o que te examinan sin dirigirte la palabra, como si fuéramos mercancía.

Me he topado también, por supuesto, con excelentes ginecólog@s, matronas y enfermer@s con la capacidad de hacer que situaciones desagradables llegaran a ser mucho más llevaderas gracias a su profesionalidad humana.

Así que desde aquí aprovecho y les agradezco a todos los sanitarios (del rango que sean) que hacen su trabajo desde el alma y son capaces de hacer que los pacientes, cuando estamos en sus manos, nos sintamos como en casa.

LDL. Me gustaría saber cuál es tu visión de la creación de vida, ¿crees que nuestro deseo de ser padres y madres, obedece a un plan superior? ¿Qué antes de nacer ya está todo planeado? ¿Qué  simplemente hay millones de posibilidades para nuestro futuro y llegamos a unas u otras según las elecciones que vamos haciendo a lo largo de nuestra vida? ¿Que vivamos dos o setenta años,  no importa, porque ese era el plan?

Noelia. Mi madre siempre me explicó de pequeña , o yo así lo entendí, que venimos a esta vida a aprender. Que cada existencia es como si fuera un escalón que hemos de subir, y que solo lo conseguiremos si nos esforzamos, nos superamos y hacemos "lo correcto".

Ésta fue mi idea base siempre y a medida que he ido creciendo la he ido desarrollando con lo que he ido aprendiendo. A día de hoy sé (o al menos así lo creo) que la vida es como un juego, un reto, un plan. Antes de venir planificamos lo que queremos (o debemos) aprender y elegimos a unos padres que nos ayudarán con esa tarea. Al "encarnar" en el cuerpo que diseñamos se nos olvida "ese plan" y empieza el juego. Durante la partida vamos escogiendo distintas estrategias y vamos "ensayando" hasta que aprendemos la lección.

La gente que nos vamos encontrando, sobretodo la que nos marca, también creo que no aparece en nuestra vida porque sí. Hasta la persona que peor te cae, creo que tiene su función en tu vida. Todos forman parte de la partida que has iniciado al llegar al vientre de mamá.

Una frase que me ayuda siempre mucho es "si es para mí, llegará". Yo trabajaré para ello con todas mis energías pero si pese a todos mis esfuerzos, no puedo acceder a eso que tanto deseo, es porque por alguna razón no era para mí.

Esto es lo que más me ayudó a aceptar la muerte de Cora. Tenía tantas ganas de ser mamá... Si de pequeña me preguntabas que quería ser, por dentro contestaba: "madre", pero como sé que me preguntaban por una profesión, decía que "profesora". Por poder estar con niños, que aunque yo también era niña en aquél entonces, cuidar de otros niños ya me apasionaba.

Comprender con el alma que la muerte de Cora era algo que tenía que suceder, no fue fácil de asumir pero sí muy liberador. Sé que este hecho era necesario para que yo esté donde estoy hoy, y para que pudiera dedicarme a acompañar a otras familias que les ha sucedido lo mismo. Así que solo puedo darle las gracias a mi niña. Por todo lo que me enseñó mientras estuvo conmigo, y lo que me sigue regalando día a día pese a la eterna distancia que nos separa. Durante mi duelo, me comprometí con ella a dedicarle todas las cosas bonitas que fuera haciendo. Y esto también me ha traído mucha paz. En su honor, en su memoria. No sería justo que la cargara con la sentencia de ser infeliz porque ella ha muerto. Ella me enseñó el valor de la vida, así que se lo debo. Soy feliz, y se lo dedico.

LDL. Sé que tu cruzada profesional, es ayudar a hacer visibles las cortas vidas de los bebés que no llegan a nacer o mueren a las pocas horas. Según tu experiencia, ¿has tenido la ocasión de comprobar que esa creencia de que venimos al mundo con un fin y un tiempo determinado, ayuda a los padres a aliviar mínimamente, la pérdida de estos niños?

Noelia. Para mí, rotundamente sí. Pero sé que esto no es algo generalizado. Yo tengo muy claro que el paso de Cora por mi vida tenía un claro objetivo, que me ayudó a recuperarme del dolor que me dejó su muerte.

No todo el mundo cree que esta afirmación sea real, pero me he cruzado con muchas mamás que también lo creen. Y he podido comprobar que entender que el destino de nuestros hijos era el que han vivido, contribuye a aceptar la pérdida, y no es que el dolor se vaya pero alivia el sentimiento de "injusticia" o enfado. Es respetar lo que nos ha tocado vivir pese a que nuestros deseos fueran muy distintos. Encontrar un "sentido" a la muerte contribuye favorablemente a la reconstrucción de nuestro nuevo futuro.

LDL. ¿Dónde crees que está la diferencia entre quienes son capaces de sobrellevar esa pérdida y quienes caen en una profunda tristeza? Por lo que conozco del tema, para algunas personas es muy importante que legalmente se reconozca a esos niños, que se les pueda inscribir en el registro, que se les pueda despedir con un funeral, etc…

Noelia. Siempre digo que tras el fallecimiento de un hijo, tienes al menos dos opciones: vivir o morir en vida.

Vivir para mí significa elaborar correctamente el duelo, aceptar la pérdida e integrarla. Después de esto la ilusión vuelve, se recupera la alegría y las ganas plenas de vivir.

"Recibir un trato agradable
y con una sonrisa sincera debería ser
algo obligatorio para todo aquel que ejerce
profesiones de trato personal"

 

Y morir en vida hace referencia a seguir viviendo (respirando y latiendo) pero con el alma moribunda. Quedarse enganchado a ese bebé que se fue sin querer "dejarlo marchar" ni dejándolo descansar en paz. Es quedarse a vivir en el lamento y la desolación. Evidentemente es una opción, pero ninguna madre ni ningún padre se merece, después de perder a su hijo, encima quedarse en la muerte. Hay mamás (o papás, pero he conocido a más mamás) que sienten que solo pueden amar a ese bebé que se fue desde la infelicidad y hacen como una especie de pacto inconsciente en el que juran que nunca volverán a gozar de una vida plena. Pero no saben que soltando el dolor solo queda el amor. He sido testigo de mamás que se han perdonado y han conseguido desprenderse de la culpa que les atormentaba y pudieron al final recordar a su pequeñ@ con amor y libres de reproches hacia ellas mismas.

Creo que todos los papás y mamás nos merecemos ser felices y hacerlo en honor a nuestros hijos.

Por otro lado, para la mayoría de padres es muy necesario el reconocimiento social de su bebé. Para quienes no han vivido la pérdida de un hijo quizá piensan que los bebés intrauterinos solo obtienen el "título" de hijos cuando nacen, pero cualquier embarazada sabe que amas a tu bebé desde que sabes que está en ti, o incluso ya cuando te imaginas gestándole. Y al nacer sin vida, legalmente ese hijo no ha existido y el simple hecho de que pudiera constar en el libro de familia como hijo que es ayudaría a la familia a que éste fuera reconocido socialmente y por lo tanto su duelo también. Es algo simbólico pero que se reconozcan a nuestros pequeños de las nubes como hijos da una tranquilidad emocional enorme.

LDL. Y en el caso contrario, ¿cuál crees que puede ser la razón de que algunas madres admitan no sentir  nada tras perder un embarazo de pocos meses? ¿Has vivido esta situación? ¿Crees que realmente no sienten esa pérdida?

Noelia. Cada cuál es como es. No todas las madres somos iguales ni nos preocupan las mismas cosas. Una mamá que pierde a sus bebé puede sentir que solo es un "embarazo fallido" y no darle más importancia... aunque personalmente creo que ante estas situaciones hay dolor tapado. La muerte de un bebé duele muchísimo, tanto si te lo permites sentir como si no. La sociedad empuja a las mujeres, y sobre todo a los hombres, a no sentir. Cuanto más precoz es la pérdida, menos licencia tiene uno para expresar su pena y su dolor. Y esto se manifiesta en seguida, desde la primera atención médica que recibe la embarazada, hasta el comentario de cualquier vecina que ningunea nuestro dolor, y poco a poco pasa a vivirse en silencio, y en muchos casos a fingir que se ha olvidado. En las muertes gestacionales tempranas el bebé no es tratado como tal, y en la mayoría de casos se impone una intervención para desprenderse de los restos del bebé, sin que haya opción alguna de un proceso de despedida real.

Hasta hace muy poco no se recomendaba ver al bebé fallecido en pérdidas gestacionales tardías, porque creían que así la mamá se olvidaría antes.

Ninguna madre se olvida jamás de ningún hijo. Como mucho, aparta el dolor y almacena el recuerdo, pero persiste en ella toda la vida.

He conocido a más de una mujer, de edad avanzada, que después de una conversación me confesaba haber perdido a uno (o más) bebés durante su juventud y explicármelo con lágrimas en los ojos, afligida y arrepentida por no poder haber podido expresar su dolor en el momento que sucedió, y explicarme que no hay un solo día en que no se acuerde de ello. Tanto en interrupciones naturales de embarazo como en voluntarias.

Esto es la prueba de que la muerte de un hijo duele.

También he conocido varios casos de mamás que después de perder a su bebé en una gestación avanzada o prematuro, me confesaban que, siendo muy jovencitas interrumpieron un embarazo no deseado. Con la muerte de este segundo bebé sale el duelo por la pérdida del primero, y todas con las que me he encontrado coinciden en que sienten esta segunda muerte como un castigo por haber deseado y llevado a cabo esa primera. Y me parece un dato curioso ya que me he encontrado, a lo largo de este tiempo, con varias, y todas con la misma reacción. Se juntan dos procesos de duelo distintos, y el segundo bebé, hace que el primero "encuentre" su sitio y es una oportunidad para sanar ambas pérdidas.

LDL. Esta última pregunta es toda tuya. Cuéntanos lo que quieras hacer llegar al mundo.

Noelia. Aprovecho la oportunidad para decirle a las personas que puedan leer esta entrevista y que se encuentren afligidas por la pérdida de su bebé que este dolor tan intenso que hoy sienten, pasará. Parece que jamás vaya a irse, pero eso solo es una fantasía. Solo hay que querer dejarlo marchar. Algo que he comprobado conmigo misma, y con decenas de mamás, es que si dejas ir al dolor te puedes quedar solo con el amor. Y el amor por los hijos es tan precioso que vale la pena, estén con nosotras o no.

Es cierto que hay dolores que se enquistan, pero es posible desbloquearlos con distintas técnicas. Perder a un hijo es un hecho devastador, y de nosotr@s depende que nos recuperemos o que nos quedemos anclados en ese momento que la vida de nuestro hijo se paró.

He escuchado a muchas mamás afirmar con rotundidad que jamás podrán volver a ser felices. Esto es normal, cuando la muerte está muy próxima aún. Yo también lo creía. Pero conforme pasan los meses, esta afirmación va perdiendo fuerza, y aunque cuesta mucho recuperar el entusiasmo por la vida, poco a poco lo vas reencontrando. Pero en ocasiones hay personas que no logran desprenderse del dolor, y lo sienten como un compañero. Creen que seguir estando en duelo les hace estar más cerca de su bebé, es como una lealtad hacia ellos. Y creo que es un error.

Me parece muy injusto que encima que vivimos un hecho tan duro nos sobrecastiguemos con una infelicidad crónica.

Animo a todas las personas que sientan que pasados los años aún sienten ese dolor tan grande a que me escriban y poderlas orientar un poco sobre qué hacer para que esa pena se diluya y recuperen la alegría por vivir.

Ese bebé que falleció siempre será nuestro hij@ (el primero, segundo, tercero...) y en nuestra mano está cómo decidamos recordarlo: si con el orgullo y alegría del tiempo que compartimos juntos, o con el desgarro y desolación que nos dejó.

Nos merecemos ser una familia feliz, aunque uno o más miembros falten.

Pedir ayuda es un acto valiente y nunca es tarde para serlo. Un dolor acompañado, siempre duele menos.

Gracias Mónica, por la oportunidad que me has brindado de hablar libremente sobre nuestros bebés estrella.

LDL. A ti, Noelia, de verdad... muchas gracias por toda la sensibilidad que personas como tú aportan a muchas familias.

Cierro este post con una nota: si trabajas en este ámbito, Noelia ahora ofrece formación en duelo gestacional-neonatal. Más información aquí.



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